
viernes, 17 de diciembre de 2010
Aquéllos que nos quieren mandar
miércoles, 15 de diciembre de 2010
Que corra la voz

jueves, 9 de diciembre de 2010
RICOS Y SALVAJES
Si los escritores organizaran una huelga salvaje y abandonaran sus escritorios de súbito y sin más explicaciones, no pasaría absolutamente nada. La gente vuela, pero no lee, y aun si leyera, con lo que ya se ha escrito habría para ir tirando dos o tres eternidades. Lo mismo cabría decir de los periodistas, con alguna ligera variación: si dejaran de pronto, salvajemente, de contar lo que pasa, la gente se lo agradecería. El no saber ni enterarse de nada es, para muchos, la piedra angular de la felicidad, particularmente de la de los que no quieren que la gente sepa ni se entere de nada. Por lo demás, si los educadores se entregaran a una huelga salvaje éste mes, los niños apenas la notarían: entre pitos y flautas, esto es, puentes brutales, vacaciones alucinantes, catarros, lluvias, vientos y nieves, no les queda más allá de cinco o seis días de clase. Por esa senda de paupérrimo aprovechamiento del tiempo y de la única edad en que puede aprenderse algo, las criaturas se hincharán a volar en el futuro si los controladores les dejan, pero no abrirán un libro aunque les arranquen la piel a tiras.
No hace huelga quien quiere, sino quien puede, y, en general, sólo salen bien las de los ricos, que son los que pueden. Los bancos, por ejemplo, se pusieron de huelga salvaje crediticia y nadie les mandó la Acorazada Brunete, sino montañas de euritos frescos para acrecerles el ánimo decaído. La última huelga de pobres, en cambio, ya vimos cómo salió, de pena, y es que a los pobres sólo nos mueve la reivindicación de menudencias, el empleo, la dignidad del trabajo, el salario suficiente, y no las cosas de gran aparato de los ricos, como la codicia, el morro, el abuso o los privilegios.
Ni como escritor ni como periodista le valdría a uno de nada, en fin, ponerse de huelga salvaje. Ninguna muchedumbre airada iba a venir al despacho o a la redacción a increparnos, ni un mal sargento chusquero a amenazarnos con un buen paquete. Todo lo contrario.
martes, 7 de diciembre de 2010
El movimiento hacia un destino

Muchas historias comienzan con un “sí” o un “no”. Una esperanza puede transformarse en certeza por una afirmación, o transportarse sin piedad al interior de la persona por una simple negativa. Hay quien vive aguardando a que otro les comunique cuándo tienen que ponerse a caminar, y hay quien se atreve a montar en el tren que le llevará hasta su destino, a expensas de que un amor, un accidente o una enfermedad intenten hacerle bajar. Ellos son los valientes, convencidos de que ese destino que anunciaba la voz que advirtió de la llegada del tren, era el suyo.
martes, 30 de noviembre de 2010
Volver a mentir

Mentiría si dijera que me conformo. Además, necesito evolucionar, crecer, creer. Y me invento enfermedades inmerecedoras de ningún psicoanálisis, porque algún nombre tendremos que ponerle a esto, a este envidiar el pedazo de suelo en que se estarán posando ahora mismo tus pies, cuando amaneces a la vida y a mi mundo, y sé que lo haces para darme una excusa más para no matarme.
Ya no me sirven los ardides de antaño: nada me convence que no sea tu mano en mi espalda, mi boca en tus muslos, tu risa en mis mañanas. El resto es más que silencio, es dejar pasar los días, descontar horas, tejer minutos, volver de ese viaje a no sé dónde buscando motivos para regresar a ti.
Adoro este párvulo paso del tiempo, esta desesperación insensata, esta vuelta a las matemáticas básicas en las que prima el contar con manzanas, números enteros, la tabla de multiplicarnos, la del dos, la de los dos, donde cualquier operación es siempre inexacta si el resultado no eres tú o el infinito, que no es lo mismo pero es igual.
Volvería a mentir (haría cualquier cosa por) si te dijera que el café no me sabe a ti, que eres el pan y la sal, y el queso, carajo, y el vino y hasta la insípida ensalada. Mentiría, mataría, rezaría si tú fueras dios, si existiera algún absurdo motivo para que lo fueras. Pero sólo me postraría ante el altar que hemos querido diseñar para el placer: ya sabes, cualquier parte de la casa, o a tus pies, pero eso sí que lo sabes.
¿Acaso no fue la música la que nos puso esta maravillosa trampa en la que caímos desesperadamente? Permíteme arpegiar por tu columna, puntear por en tus senos, rasgas por entre tus nalgas, hacer un pizzicato en tu sexo. Bendita sinfonía tu cuerpo arqueándose en pleno orgasmo. Malditas las noches en que no disfruto el dulce pecado de tenerte.
Y sí, hace frío, mucho frío en esta condenada hora en la que sólo puedo tenerte en mis sueños, en la que tu espalda no besa mi pecho y mi aliento no siente el aroma de tu cuello que, inevitablemente, quedó mezclado al juntar nuestros sudores. Y no, esto no es vida sino un dejarse llevar hasta el momento exacto en que vuelvas a mirarme de frente y me vuelvas a convencer de que, en verdad, no nos hace falta ponerle nombre esta cosa que los demás llaman amor.martes, 23 de noviembre de 2010
Sigamos pensando en sexo

No estamos preparados para recibir información de verdad. No estamos preparados para valorar lo que tenemos ni escuchando los telediarios. Nuestras mentes son sensacionalistas, es muy difícil educarlas, y el periodismo no puede hacer su oficio si los oyentes no quieren escucharlo. Si oímos la radio no nos quedamos con la avalancha en el Festival de Agua de Camboya que ha terminado con la vida de más de 300 personas, ni con las trágicas muertes por cólera en Haití, ni con los nuevos mineros atrapados en China y Nueva Zelanda (cuando algo no es novedad, parece que ya no tiene importancia). Ya no nos afectan las alarmas de rescate de la Unión Europea a España, o la vemos demasiado lejos o ya estamos cansados de preocuparnos por el dinero, "aún nos queda para pagar el cubata, así que no puede ser tan grave", pensamos. También hoy, aunque ni la mitad de la mitad de la población lo sepa, ha muerto el tercer nazi más buscado mientras esperaba al juicio acusado de la muerte de 430.000 personas que, a mi parecer, debería haberlo hecho hace mucho tiempo. Seguro que tampoco nos ha llamado la atención que haya una nueva víctima de violencia de género, porque buáh eso no es nada nuevo, parece que da igual. Pero sin embargo, vaya revuelo se ha preparado porque una niña de 10 años haya dado a luz y toda su familia esté muy orgullosa..., o porque otra niña de 13 años esté en tratamiento psicológico desde que sus compañeros de clase han colgado en internet un vídeo en el que mantenía relaciones sexuales con un niño de 14 años; y también porque Susan (SuSantidad) haya pronunciado la palabra "preservativo" sin ánimo de criticarlo... ¡Ahora si eres puta lo puedes usar! (o sea, que según ellos, si yo los uso... ¿soy una puta?).
Lo que está claro es ha llegado un momento en que nuestras mentes sólo -perdón, pero yo aunque la RAE lo haya cambiado sigo poniendo tildes- saben (y parece que quieren) captar lo que tiene que ver con el sexo. Y por supuesto no queremos (ni parece que sabemos) captar desgracias como las citadas al principio de este texto, porque no, preferimos resguardarnos, al fin y al cabo hay muy pocas posibilidades de que nosotros estemos en Camboya y se produzco una avalancha, o jamás permitiremos que acabemos como víctimas de violencia de género, o no tendremos que tratar con ningún nazi, ¿no? ¿De verdad creéis que no hay ninguna posibilidad? Dejadlo, mejor no lo penséis, mejor sigamos pensando en sexo.
viernes, 19 de noviembre de 2010
Tiempo de cambios.

¿No os ha pasado que os levantáis un día y os parece que habéis tocado techo? ¿Qué estáis bloqueados? ¿Qué habéis llegado a un tope y de ahí no podéis pasar a ningún lado?
domingo, 14 de noviembre de 2010
Crecer entre algodones

Este es Adrián, 7 años, posee una vida por delante y unos padres que le cuidan. Su sueño es crecer y poder dirigir un zoológico. Aquí se le ve una sonrisa, aunque tímida, adorable. Sus ojos son expresivos y su carita preciosa.
domingo, 7 de noviembre de 2010
La pobreza de oro.

Hoy llevo todo el puñetero día cabreada, y por ello escribo, porque si no me salen bultos de rabia en el cuello como a Homer. Todo ha comenzado a la hora del desayuno. Me da por coger el periódico, pero no uno cualquiera, no, uno, a mi parecer, patético. Una portada sobre el Papa, no esperad, dos, porque si abrías el periódico, la foto de este ser continuaba en la contraportada. Ahí ya se te pone la mosca detrás de la oreja y lo abres, por curiosidad y por culturizarte un poco. Y leo. Y me cabreo más... Benedicto ha comparado lo que está ocurriendo en la actualidad con lo que pasó en los años 30, cuando los católicos estaban perseguidos. ¡¿Hola?! Que yo sepa nadie está persiguiendo a nadie. Por esa regla de tres yo me estaría persiguiendo a mí misma, que católica soy, aunque me lo traiga al pairo.
jueves, 7 de octubre de 2010
Madurez.

Nadie, y he dicho NADIE tiene derecho a contar con los dedos los kilos de madurez de los que está compuesto el cuerpo de otra persona. La madurez se consigue día a día con tus propias experiencias, tus aventuras, tus vivencias y tus pensamientos. Para cada uno significa una cosa diferente, y por tanto, se refleja de distinta forma en cada persona. La va formando uno mismo, poco a poco, y por eso, sólo él sabe cómo de maduro es. Nadie puede venir a decirte cuántos caminos te faltan para que realmente seas una persona completamente madura. Yo soy de las que pienso que la madurez realmente tiene que ver con cómo te sientes, no con cómo te ve el resto. No está definida por una actitud, ni por unos pensamientos, ni por una foto estúpida en tuenti. La madurez de quien se siente bien consigo mismo y lucha por sus ideas pesa muchísimo más que la de aquel que tiene una pareja formal, está casado, ve Intereconomía o presume de no haber fallado nunca a un amigo.
martes, 5 de octubre de 2010
Vuelta al cole.

Me he dado cuenta de que llevo demasiado tiempo sin actualizar. Lo que quiere decir que llevo demasiado tiempo vagueando; o lo que es peor, demasiado tiempo sin inspiración alguna. Ahora que ha terminado el verano y (por fin) han empezado las clases, parece que la energía para trabajar está volviendo a mi cuerpo (cómo se nota que es la primera semana). Y así, entre bostezo y bostezo que produce el no estar acostumbrada a levantarse antes de las 11, pienso en por qué he tardado tanto en actualizar y si realmente ese tiempo he estado taaaaan ocupada. Tardo poco en pensarlo todo. Ilusionada empiezo cuando pienso en que he trabajado, me he ido de vacaciones, he tenido que estudiar (¡he decidido que 1 y no más!) y he disfrutado, pero me paro cuando me doy cuenta de que todas las promesas más "culturales", "útiles", "saludables" e "intelectuales" que me hice nada más que el sol empezó a tostarnos no las he cumplido. Ni aprender a cocinar algo más que una salchicha de frankfurt (se suele decir un huevo, pero tampoco sé; ¡qué triste!), ni leerme 302487389274 novelas que había estudiado ese año, ni hacer un poco de ejercicio... simplemente he tenido juerga, paseos románticos por la rúa que han desaparecido a la vez que han desaparecido de allí las terrazas de los bares, horas y horas para dormir y cuatro duros ganados por doblar ropa gastados en la playa. Ahora que me doy cuenta... no sé si terminar diciendo que este verano he sido una vividora, o una tonta.
jueves, 22 de julio de 2010
El calor.

¿Y qué va a decir esta estúpida ahora del calor? Que ahora mismo está presente, y todo el mundo lo estamos sufriendo; y sí, se sufre. El calor nunca se disfruta: no te deja dormir, te impide salir a gusto a la calle, y te obliga a trasladar las camisetas negras hacia el fondo del armario. Sólo sirve para eso, y para bañarse en la piscina, que para el caso, ahí está la ducha, todos los días del año. ¿Aunque de verdad se sufre siempre? Por ahí dicen que hay otro tipo de calor, ese que hace que arda el colchón y que se nos incendie el cuerpo. Ese… ese sí que se disfruta, supongo. De todas formas, si queréis saber lo que es calor de verdad poneos la BATAMANTA. Mucho canchondeo, sí, sí; pero existe, y yo tengo foto con ella. Es como hacerse una foto con un billete de 500 euros, una tontería, pero solo unos pocos tontos la tienen.
lunes, 12 de julio de 2010
LOCURA

Hinchables que se golpean. Emoción. Nervios. Colgante de La Roja. "Vuvucelas". Voces. Insultos y piropos. Manos arriba y abajo. Móvil en bolsa de plástico. Cuatro clases de cervezas. Una tele. Amigos y conocidos. Pipas. Y un GOL. Locura. Batallas de cervezas y otros líquidos que no logré adivinar. Y fuente. Y "waka, waka" una y otra vez. Y una banderita de España agarrada (qué raro!). Y fuente otra vez, saltos, alegría. Abrazos y más LOCURA. Y risas con Iker y Sara. Bailes, música. Disfrutar de la misma forma que disfrutó el más forofo de todos. Cansancio. Pelo "alcohólizado", piernas negras y emoción por haber visto cómo España ganaba un Mundial. Cama. Y pocas horas más tarde, trabajo, y 35 cajas de ropa delante de mis narices a las 10 de la mañana. Dolor de cabeza. Más cansancio, mucho más, pero todavía con la alegría en el cuerpo.
viernes, 25 de junio de 2010
Mini-vacaciones

Y ayer también, mi última nota del cuatrimestre se presentó cuando no la esperaba.. un maravilloso 10 para finalizar el curso.
Así que contenta estoy; desde el 1 de junio las cosas han ido más bien que mal. Ahora me haré un esguince, me daré un golpe en la cabeza, me cagará un pájaro, me atragantaré con el chocho (sí, chocho, en mi pueblo se dice así) de una aceituna, o se me estropeará otra vez el móvil, porque tanta fortuna no puede ser normal; no obstante, será un mes que al menos he disfrutado de lo lindo.
Me despido, que como he dicho, sólo me quedan 5 días de vacaciones hasta que los hombres (y sus mujeres, y sus novias, y sus madres) me revuelvan la ropa hasta hacer unos montones de tres metros de alto. Al menos sé que esta vez no me tocará limpiar vomitaos de niños, ni pensaré que al deshacer los montones de ropa, encontraré algún niño afixiado dentro como me pasaba en Zara.
viernes, 18 de junio de 2010

miércoles, 16 de junio de 2010
Vacaciones.

martes, 8 de junio de 2010
(L)
- "No me importaría que no te aguantaras y me besases, pero tal vez, ya lo habría hecho yo antes."
viernes, 28 de mayo de 2010
Aquella vez
martes, 25 de mayo de 2010
¿Periodismo?
Hoy mismo, bus, 10:30, un hombre se sienta a mi lado, saca el periódico y comienza a ojearlo entero, sorprendentemente es el primer hombre que veo que no dedica 30 minutos más a la parte del fútbol que al resto de las secciones....
Yo al lado, tb sorprendentemente, estudio como puedo historia.
En el momento en que él se va a bajar en el Pato Rojo, me mira y comienza a hablar conmigo:
- ¿Te lo sabrás bien no?
- Sí bueno... pero todavía no tengo el examen
- Ah no? Como venías tan concentrada... ¿Qué estudias, la carrera de historia?
- No, periodismo
- Buf, es lo peor que puedes hacer
- Por?
- Yo soy de ese gremio, y sé lo que hay.
Yo le sonrío, porque no da tiempo para decirle nada más, se baja, antes de que la puerta se lleve su voz, vuelve a mirar y me grita: ¡No sigas!
Poco después llego a klse, cojo el periódico. Como es historia, me disuelvo totalmente en mis pensamientos y me pongo a leerlo. Lo primero que veo: "6500 euros por traducir" Qué disgusto! Me puse a hacer cuentas y a los traductores del Parlamento les habían pagado 260 euros por una hora escasa traduciendo...! Y yo que podía estar estudiando para eso!!
Ya, rematemos con lo que ví el viernes... en vez de estar haciendo lo que debería hacer, a eso de las 2 de la mñn seguía enganchada a la televisión viendo lo más ridículo que he visto nunca. Si es vdd que voy a terminar aguantando cosas como esta, mejor sería hacer caso al hombre del autobus:
ARAMIS FUSTER: ME CREO UNA SEX SYMBOL
http://www.antena3.com/PortalA3com/DEC/DEBATE-DEC-creo-una-sex-symbol/PA_81670_7816161_10657501
En fin, siempre me quedará la esperanza de que en 4 años alguien habrá solucionado la crisis, de terminar riéndome en un programa de radio de por las mañanas, de viajar con Callejeros por todo el mundo, de trabajar como Reportera de Cuatro para meterme en sitios donde no se ha atrevido a entrar nadie, de poder escribir en un periódico esa crítica que no me deja dormir. Espero q no se quede sólo en esperanza.
viernes, 21 de mayo de 2010
Raro, raro, raro.
- He tardado 3 días enteros en estudiarme la Primera Guerra Mundial y he llegado hasta el extremo de pensar en dejarla por imposible y confiar en el milagro de que no caerá en el examen.
- He comenzado a sospechar que los de Orange han secuestrado mi móvil, el cual lleva en la enfermería 22 días para algo tan simple como cambiar la batería.
- Me he pasado horas votando para el Lip Dub de mi facultad; me he registrado con 10 emails que tenía en desuso, tanto mios como de mi familia; lo he puesto en mi estado del tuenti, del facebook... y me he visto el video veintemillones de veces, además de colocarlo en mi entrada del tuenti... y ponerlo como página de inicio tanto en explorer como en Mozilla, y todo para que si ganamos, ni siquiera pueda disfrutar de la fiesta (esto es una indirecta para algún alma caritativa que sepa valorar lo que estoy haciendo y me cuele en ella de alguna forma u otra)
- Además, está pasándome algo más raro todavía, algo que no voy a decir aquí.
Asique nada, tenía mono de actualizar y ya está; y no pienso terminar con más Lip Dub... NO!
Terminaré con un texto que me encanta, que me hace olvidar durante un minuto de que Reagan, Stalin, Trotski, Kennedy, Farenhayn, Moltke y Joffre me están esperando en mi escritorio.
"Notar como su respiración iba paralela a la mía, como los latidos de su corazón iban al mismo tiempo que los míos... me estremecía y me hacía sentir la persona más feliz de este mundo. Siempre deseé algo así y en aquel momento era inmensa y estúpidamente feliz. Le tenía a mi lado y por aquellos cortos instantes podía decir que era mío y que yo era suya por completo. Me prometió no olvidar ningún minuto a mi lado, pero en realidad me daba igual porque yo los recordaría por los dos y los echaría de menos tanto como pudiera. No podía pensar en lo que pasaría después, en que consecuencias traería todo eso. Pero siempre me enseñaron que si pensabas en las consecuencias no disfrutarías el momento..."
Feliz finde. No estudieis mucho.
martes, 11 de mayo de 2010
Para todo lo demás... Publicidad.
Grabación: 50 minutos
Montaje: 3 horas
Que mi profesor de publicidad, el tio más soso, más "pone pegas", más insípido, menos expresivo y más desagradable de la tierra te de la enhorabuena y te dedique media sonrisa: NO TIENE PRECIO
domingo, 9 de mayo de 2010
Festival contra el cancer. AYER

Un escenario, un periodista perfecto con el que pasé tres horas geniales a pesar de haberle conocido cinco minutos antes de empezar, un micrófono, y cientos de personas en sus butacas escuchando lo que decíamos. El improvisar, el escuchar por parte de la organizadora que sin nosotros dos es imposible seguir un orden y dar entrada a cada una de las actuaciones... el ser la presentadora durante tres horas de un festival contra el cancer fue maravilloso. Por la causa, porque era la primera vez, porque me sentí genial, porque sé que tengo ganas de repetirlo una y mil veces :)
domingo, 25 de abril de 2010
Nunca.
jueves, 15 de abril de 2010
Mi "querido" pueblo y su deporte local
Incluso podría decirse que ya ni siquiera nos vale eso de “mejor solo que mal acompañado”, simplemente porque ya no sabemos estar solos. Y no me refiero exactamente a esa soledad interna y dolorosa que a veces nos inunda el espíritu, el corazón… (o como queramos llamarlo), sino al hecho de ser los únicos dentro de un espacio. Porque decidme quién, hoy en día, pierde dos horas arreglándose para ir a un pub sin gente, quién sale a dar un paseo, ir al cine o sentarse en la terraza de un bar sin compañía, quién se traga los problemas para sí cuando está a punto de explotarle la cabeza, o quién vive uno de esos instantes de película americana, uno de esos famosos momentos redondos de la vida, y no lo comparte con cualquiera, dándole igual que sea un cualquiera más o menos cercano.
Pienso que junto a esta huída forzada de la palabra "intimidad" ha llegado hasta aquí un nuevo fenómeno de masas, un nuevo deporte local: el cotilleo (o me dirán que es algo de lo que esta villa no entiende…). Sin duda es algo comprensible, pues ningún otro deporte nos ofrece tantas ventajas: reduce el estrés y la ansiedad, la participación puede ser múltiple y sin límite de edad, el esfuerzo es mínimo, el precio es nulo, el lugar es lo de menos y el desafortunado protagonista de la charla puede ser cualquiera. Además, es algo tan sencillo y rápido de practicar que puedo incluirles aquí mismo un ejemplo: pónganme a mí de protagonista, tomando un café en un bar del centro junto a un chico lejano a mi círculo familiar y, en cuestión de días, las habladurías transformarán la historia hasta colocarme directamente a las puertas del altar.
Y mientras escribo, me ha venido a la cabeza una escena que viví hace unos días (por casualidad y de lejos, claro) en la que una persona exclamaba: “¿Sabes lo que le pasó ayer a aquel de la esquina?” Y, con unos ojos como platos, un énfasis que parecía mostrar una desesperación absoluta por atiborrarse de chismes y como si en ese preciso instante estuviera a punto de resolverse uno de los grandes misterios de la humanidad, la otra persona responde: “¡No! ¡¿Qué le pasó?!” La conversación desembocó en un amplio paseo por el pueblo, por cada uno de sus rincones, de sus casas, de sus bares… Me recordó a una visita turística de un pueblo cualquiera, acompañada por un guía quien nos describe una vida rural, con una diferencia: la vida no era la de sus edificios, sino la de sus personas.
Con esto, no intento enterrar este “deporte” y echarme flores como si fuera la única persona no perteneciente al círculo de los cotillas, porque simplemente, cualquier intento, grande o mínimo, de terminar con ello no va a funcionar. Creo que eso sería algo tan inútil como los desafortunados intentos por deshacernos de una canción que se nos incrusta en el cerebro por la mañana y la cual no podemos dejar de tararear durante todo el día. Resulta demasiado evidente que esto seguirá formando parte de la rutina de nuestro futuro, igual que desde tiempos inmemoriales ha formado parte del pasado.
Lo que está claro es que la palabra "intimidad"
miércoles, 7 de abril de 2010
Lo ridículo de la vida también es noticia.
El presentador acababa de decir que el famoso John Cobra, ese personaje que según gritó en aquella gala de eurovisión "quiere que todos le comamos la polla" (con perdón para los ojos finos) QUERÍA SER PRESIDENTE DEL GOBIERNO!! Entre sus propuestas estaba, como no, la pena de muerte y lo mejor de todo: hacer carreteras especiales para las carreras de coches y motos ILEGALES. Y sí, puede que ahora a vosotros os haya entrado ese ataque de risa que a mí no me salió ayer por la tarde.
Parece, como dije, RIDÍCULO, PENOSO Y ESTÚPIDO, pero mis pensamientos comenzaron a rondarme el cerebro diciendome: si él mismo llegó a ser uno de los 10 primeros elegidos para representarnos en eurovisión este año, si los españoles hemos elegido al chikilicuatro para que vaya a ese espectáculo político, si todos estamos tan hartos de los inútiles Zapatero y Rajoy... por qué no seríamos capaces de votar a este personaje falto de que le coman algo que ya dije antes?
En fin, es improbable, pero está visto que no imposible. Por supuesto, si ocurriera, tendré que empezar a creer en Dios. Es lo único que podría evitar mi suicidio.
sábado, 3 de abril de 2010
Chorradas.
martes, 30 de marzo de 2010
¿Dónde?

Me pregunto dónde quedaron todos aquellos amores olvidados, las amistades perdidas, los trenes que dejamos de coger, las personas que nos apreciaban y que rechazamos, los buenos momentos vividos, las promesas que alguna vez hicimos pero que no cumplimos, los chismes que perdimos en alguna parte, y los besos que nos dejamos dar alguna vez. Me pregunto donde se han guardado, también, todos los recuerdos que desaparecieron de nuestra mente, y las palabras bonitas que nos dijeron y que se fueron con el viento, los deseos que pedimos a aquella estrella fugaz, y esas oportunidades que dejamos pasar tan a menudo… ¿Dónde quedó todo eso para poder recuperarlo?
viernes, 19 de marzo de 2010
CARNAVAL, VIDA IRREAL.

Deshazte ya del disfraz. Acércate a un espejo y mírate fijamente. Permanece delante de él hasta que la imagen difusa que tienes de ti mismo en tu cabeza se transforme en una figura clara. Mira esa figura de arriba abajo, sin ningún pudor, estando seguro de que no hay nadie observándote cerca, de que eres tú mismo el único que puede criticarte, de que eres la única persona que puede fijarse en ese maldito defecto que te persigue cada vez que miras el reflejo de ese frío cristal. Intentas mirar hacia otro lado para no toparte de nuevo con él, y a pesar del esfuerzo que haces por sonreír ante las virtudes que ves, el defecto siempre está ahí, molesto, inmóvil, aterrador, enorme ante ti.
¿Y para qué está el Carnaval más que para consolar a esa figura reflejada en el espejo? Los Carnavales son esos cuatro días que nos permiten transformarnos en lo que no somos o en lo que siempre hemos querido ser, echarnos un maquillaje que puede llegar a engrandecer nuestros defectos y, sin embargo, ahí sí somos capaces de convertirlos en causa de risa; esos cuatro días que nos dan la posibilidad de enfrentarnos al ridículo que tanto miedo nos da, de utilizar un personaje vergonzoso con el fin de parecer alguien interesante, de reencontrarnos con nuestro pasado mientras buscamos trozos de tela que teníamos olvidados en el fondo del armario, los cuales, ahora sí, serán capaces de devolvernos toda nuestra elegancia. El Carnaval nos da permiso para abandonar nuestra vida real en cualquier parte y trasladarnos como objetos irreales a una disparatada sopa de animales, colores, nacionalidades y objetos, colocados todos juntos en un mismo espacio organizado estratégicamente para que los espejos pasen a ser meros espectadores; ellos nos miran, pero todos estamos seguros de que en ese momento no son capaces de reflejar lo que tanto nos disgusta de nosotros mismos.
El simple hecho de colocarnos una máscara de carnaval hace cambiar la pieza de música que envuelve nuestro día a día. Un mundo diferente aparece ante nuestros ojos durante 96 horas seguidas prestando a esa canción nuevas letras, tocando nuevas notas musicales que de otro modo no aparecerían en esa melodía. Una máscara idéntica a la que nos ponemos para enfrentarnos a nuestra propia canción, la misma máscara que a veces tapa nuestra personalidad en unos momentos u otros que nada tienen que ver con estas fechas se convierte ahora en algo visible, adornado, y nos sentimos orgullosos al mostrar que la llevamos puesta.
Por tanto, como en una película, disponemos de una careta bien elaborada, un maquillaje preciso y un decorado perfecto. “Luces, cámaras, acción”, diría un director de cine; y así es, bajo un alboroto de luces bien iluminadas y las cámaras de nuestra propia mirada, comienza la acción de un día y una fiesta cualquiera sin serlo, de una vida diferente sin poseerla.
No somos pocas las que a veces construimos un mundo a fuerza de nuestros sueños, imaginando que podríamos vivir como una escultura de mármol bendecido, cubiertas por la misma porcelana impoluta que cubre a una muñeca, y pensando en cuánta felicidad nos proporcionaría esa belleza. Igualmente, no son pocos aquellos que modifican su cuerpo hasta convertirlo en un héroe de músculo exagerado, el cual terminará por estorbar a la propia inteligencia. No obstante, solamente son sueños inútiles; sueños de unos y de otros convertidos en disfraces de esto y aquello, de malos y buenos, de conocidos y extraños, que, ya sea para bien o para mal, solo pueden unirse y cumplirse en este anhelado cuarteto del año.
¿Y por qué necesitamos un decorado artificial para mostrarnos tal y cómo somos?, ¿o colocarnos un ridículo disfraz para ser capaces de reírnos de nuestros defectos? El Carnaval es alegre, seductor, original, diferente…, ni siquiera estoy segura de si podríamos vivir sin él, pero ojala en los restantes 361 días del año, fuésemos capaces de continuar nuestra vida sin ninguna máscara perfecta que oculte lo que nos hace únicos, lo más bonito que cada uno de nosotros poseemos: nuestras malditas pero encantadoras imperfecciones.
lunes, 15 de marzo de 2010
Hablando de cuernos
Me harta oír hablar de toros y de cuernos. De algo que a mí no me incumbe (o quizás sí) pero que aborrezco, tanto de un tipo y del otro, aunque más de una vez los haya visto (en sentido figurativo y sin él). Me hartan los presuntos cuernos de Belén Esteban y los cuernos que presuntamente van a dejar de verse en las corridas de toros de Cataluña. Y aunque los aborrezca, no los rechazo (más unos que otros, hagan apuestas de cuáles más). Sin embargo, ¿por qué tanta polémica? Quien quiera ver cuernos que los vaya a ver, y quien no, que se quede sentadito en su casa como un niño bueno al que le interesa más bien poco que corran ríos de sangre por la arena.
Permitanme que lo compare con los puticlubs. Ahí están, siempre, desde siempre y para siempre. También de ahí (posiblemente) salgan millones de cuernos cada día.Y qué, nadie se queja, quien quiere (o necesite) va, y quien no disfruta fuera de esa cama/plaza redonda. En el Parlamento y variantes, nadie está poniendo sobre la mesa una propuesta para echar abajo los clubs de alterne (legales) repartidos por España.
Dejemos que en este país haya de todo y para todos. A mí no me gustan los toros, pero nunca me han molestado. Igual que no me gustan los puticlubs y por eso, nunca se me ha pasado por la cabeza acudir a uno, pero no me molesta su presencia en la carretera lo más mínimo.
Sólo digo dos cosas: afortunados los toreros que puedan seguir toreando en Cataluña, y afortunados los hombres que no tengan la necesidad de pasar por ningún club.
-Sara Sánchez-
Primera vez con Haití.

A veces las malas historias se suelen justificar con argumentos parecidos a aquel que dice: “Cuando la generosidad del destino es muy grande, siempre hay un pozo en el que pueden caer todos los sueños”. A los protagonistas de esta historia el mundo les ha proporcionado el pozo, pero sin embargo, jamás antes les obsequió con la generosidad. Haití es, y ha sido siempre, un conjunto de pobres vidas olvidadas, esas a las que su miseria ni siquiera les ha dejado huir; un conjunto de trozos de tierra que solamente aparecen en los mapas, y de casas mal colocadas y peor construidas, incapaces de aguantar ni un suspiro, cuanto más un terremoto. ¿Sois capaces de imaginar que un temblor os quitara en cuestión de segundos todo lo que habéis conseguido con los años y con vuestro esfuerzo? Ellos sí.
Un temblor, y unas grietas que en poco tiempo permiten que el suelo se resquebraje, tragándose todo lo importante para miles de personas y provocando una parada forzosa del ritmo del país. Después de eso, ya no queda nada más que el silencio procedente del resto del mundo que reza por Haití, gritos de aquellos que comienzan a darse cuenta de su miserable suerte, y desesperación de todos aquellos que permanecen bajo los escombros a la espera de un milagro, de ayuda, de un simple sorbo de esperanza que les entregue un atisbo de la vida que les está empezando a faltar. Y sobre estos escombros, personas que acaban de descubrir dónde está realmente Haití, y que pretenden echar una mano, dejarse la vida si hiciera falta. Por el cielo vuela la tristeza, las nubes oscuras y apagadas, y las voces que llegan desde el Primer Mundo para intentar buscar ese equilibrio, algo que sería como jugar a confiar en lo imposible. Junto a esto, un helicóptero impaciente por aterrizar en algún hueco que haya resistido al desastre. Entre las calles, locuras de unos y de otros, caos, sollozos y un suspiro, seguido de un grito de júbilo que se escapa a lo lejos. Un superviviente, dos, tres…; sin embargo, nada comparable a las espeluznante cifras de muertes que nos dejan sin ganas de probar bocado cada mediodía. En ese ambiente ya reina la angustia, el sonido amargo al hacer las fotografías que nos llegarán a nuestro país, y que nos harán recordar todo lo que tenemos y todo lo que podemos perder en tan poco tiempo en este mundo que, otra vez, no tuvo piedad con los más débiles.
Y nosotros seguimos aquí, afortunados, bajo una luz que desaparece cuando se hace de noche, pero que al día siguiente estamos seguros de que volverá a salir; algo poco probable para ellos, que desde entonces, viven bajo una sombra de horror que les impide hasta respirar. Aquí nosotros seguimos con nuestra rutina de siempre, aunque siendo más generosos que nunca. No obstante, de qué sirve hacer todo eso, si aquellos considerados los gobernantes del mundo parece que sólo se preocupan de, si son grandes, llegar aún más alto; si son poderosos, hacerse aún más; si el resto ya son pobres, terminar por sepultarlos. Por ello, difícil sería prosperar sin esa campaña de todos los que han ido, siguen allí o irán a esa parte de Sudamérica que teníamos tan olvidada, de esa tierra ahora convertida en ruinas, y de esas ruinas que se llevaron consigo miles de ilusiones y de familias. Difícil sería sin todos aquellos que arriesgan la vida para entregar un trozo de pan a una persona que ha estado sobreviviendo con 70 céntimos al día durante tantos años y que ahora han perdido incluso eso; sin los que se dejan el sudor operando las heridas de aquellos que pretendían dar de comer a sus hijos, dejando de comer ellos mismos; sin los que piden ayuda humanitaria al resto del mundo mientras cruzan miradas con unos ojos que reflejan más terror de lo que puede expresar un folio lleno de palabras.
Pero lo desolador no es únicamente lo que ocurre en Haití, donde es verdad que ya sólo queda algo parecido a un agujero negro, la mitad de la población y la confusión, el miedo y la rabia de todos aquellos que tienen que empezar una nueva vida sobre piedras y miseria; también existen otros muchos lugares envueltos en la misma desdicha, colocados en un camino por el que los del Primer Mundo nunca nos dignaríamos a pasear. Otros lugares igual de olvidados que Haití, los cuales, desgraciadamente, parece que esperan impacientes la llegada de algún terremoto que nos avise de que ellos también están allí, esperándonos.