Cuando una vez me dijeron que estaba loca, acepté el dictamen sin protestar: fue ésa la primera vez en la vida que se hizo justicia conmigo. Que nadie venga ahora a reclamarme cordura; mi cordura es mía y no pienso compartirla con nadie.

domingo, 25 de abril de 2010

Nunca.


Nunca le prometí a nadie un mundo, ni un hijo, ni una vida eterna y feliz a su lado. Tampoco he prometido nunca más de cuatro besos y dos medios abrazos. Si no lo he hecho, quizás sea porque nunca nadie se lo haya merecido. O no, quizás sea yo la que no se lo merece.

jueves, 15 de abril de 2010

Mi "querido" pueblo y su deporte local

Creo que es un buen momento para plantear el cambio de significado de la palabra "intimidad" en el diccionario. Tenemos esta palabra tan olvidada y a la vez tan rechazada que ya podríamos fácilmente trasladarla a cualquier cajón de trastos viejos donde almacenamos todo lo inservible, allí donde guardamos algo que ahora es inútil, pero que podría hacernos falta en el futuro. Y si no, daos cuenta de que, desde hace un tiempo, únicamente conseguimos percibirla entre gritos desperdigados por los programas del corazón, donde a algún aludido se le escapa de la boca sin saber si quiera por qué la está reclamando en ese momento, cuando en la mayoría de ellos, sobre todo en los que hay dinero de por medio, no ha tenido ningún interés en ella.

Incluso podría decirse que ya ni siquiera nos vale eso de “mejor solo que mal acompañado”, simplemente porque ya no sabemos estar solos. Y no me refiero exactamente a esa soledad interna y dolorosa que a veces nos inunda el espíritu, el corazón… (o como queramos llamarlo), sino al hecho de ser los únicos dentro de un espacio. Porque decidme quién, hoy en día, pierde dos horas arreglándose para ir a un pub sin gente, quién sale a dar un paseo, ir al cine o sentarse en la terraza de un bar sin compañía, quién se traga los problemas para sí cuando está a punto de explotarle la cabeza, o quién vive uno de esos instantes de película americana, uno de esos famosos momentos redondos de la vida, y no lo comparte con cualquiera, dándole igual que sea un cualquiera más o menos cercano.
Pienso que junto a esta huída forzada de la palabra "intimidad" ha llegado hasta aquí un nuevo fenómeno de masas, un nuevo deporte local: el cotilleo (o me dirán que es algo de lo que esta villa no entiende…). Sin duda es algo comprensible, pues ningún otro deporte nos ofrece tantas ventajas: reduce el estrés y la ansiedad, la participación puede ser múltiple y sin límite de edad, el esfuerzo es mínimo, el precio es nulo, el lugar es lo de menos y el desafortunado protagonista de la charla puede ser cualquiera. Además, es algo tan sencillo y rápido de practicar que puedo incluirles aquí mismo un ejemplo: pónganme a mí de protagonista, tomando un café en un bar del centro junto a un chico lejano a mi círculo familiar y, en cuestión de días, las habladurías transformarán la historia hasta colocarme directamente a las puertas del altar.

Y mientras escribo, me ha venido a la cabeza una escena que viví hace unos días (por casualidad y de lejos, claro) en la que una persona exclamaba: “¿Sabes lo que le pasó ayer a aquel de la esquina?” Y, con unos ojos como platos, un énfasis que parecía mostrar una desesperación absoluta por atiborrarse de chismes y como si en ese preciso instante estuviera a punto de resolverse uno de los grandes misterios de la humanidad, la otra persona responde: “¡No! ¡¿Qué le pasó?!” La conversación desembocó en un amplio paseo por el pueblo, por cada uno de sus rincones, de sus casas, de sus bares… Me recordó a una visita turística de un pueblo cualquiera, acompañada por un guía quien nos describe una vida rural, con una diferencia: la vida no era la de sus edificios, sino la de sus personas.

Con esto, no intento enterrar este “deporte” y echarme flores como si fuera la única persona no perteneciente al círculo de los cotillas, porque simplemente, cualquier intento, grande o mínimo, de terminar con ello no va a funcionar. Creo que eso sería algo tan inútil como los desafortunados intentos por deshacernos de una canción que se nos incrusta en el cerebro por la mañana y la cual no podemos dejar de tararear durante todo el día. Resulta demasiado evidente que esto seguirá formando parte de la rutina de nuestro futuro, igual que desde tiempos inmemoriales ha formado parte del pasado.

Lo que está claro es que la palabra "intimidad" no funciona de la misma manera que hace años, ni se interpreta de igual forma o se respeta con tanto ímpetu como se hacía hace tiempo. A este ritmo, "intimidad" deberá ser definida mediante una complicada palabrería que fuera capaz de explicar algo incomprensible, cual fórmula física; y además, pudiera ser que yo llegara a conocer, sin buscarlo, más detalles de sus propias vidas que de la mía. ¿Da miedo, no? Pues planteadlo como una posibilidad y un riesgo. Sí, eso es, un riesgo que parece atraernos tanto o más que el conocer cualquier detalle relacionado con la intimidad de los demás.

miércoles, 7 de abril de 2010

Lo ridículo de la vida también es noticia.

Ayer estaba sentada tranquilamente en el sofá de mi casa a eso de las 17.30 de la tarde, viendo un programa de esos "que nadie ve" y me topé con una noticia que destaca por encima de las demás por ser MUY ridícula, penosa, TAN estúpida que causa una risotada de las que puede llegar a oír el vecino a pesar de que las paredes sean de 30 céntimetros de ancho. Pero resulta que esta vez, no me ocurrió eso. Me quedé con los ojos como platos y decidí agarrarme más fuerte a la colcha que cubre mi sofá, como si me aterrara algo.
El presentador acababa de decir que el famoso John Cobra, ese personaje que según gritó en aquella gala de eurovisión "quiere que todos le comamos la polla" (con perdón para los ojos finos) QUERÍA SER PRESIDENTE DEL GOBIERNO!! Entre sus propuestas estaba, como no, la pena de muerte y lo mejor de todo: hacer carreteras especiales para las carreras de coches y motos ILEGALES. Y sí, puede que ahora a vosotros os haya entrado ese ataque de risa que a mí no me salió ayer por la tarde.
Parece, como dije, RIDÍCULO, PENOSO Y ESTÚPIDO, pero mis pensamientos comenzaron a rondarme el cerebro diciendome: si él mismo llegó a ser uno de los 10 primeros elegidos para representarnos en eurovisión este año, si los españoles hemos elegido al chikilicuatro para que vaya a ese espectáculo político, si todos estamos tan hartos de los inútiles Zapatero y Rajoy... por qué no seríamos capaces de votar a este personaje falto de que le coman algo que ya dije antes?
En fin, es improbable, pero está visto que no imposible. Por supuesto, si ocurriera, tendré que empezar a creer en Dios. Es lo único que podría evitar mi suicidio.

sábado, 3 de abril de 2010

Chorradas.

Jamás entenderé a las personas que nunca han probado las fresas con leche, las que dicen no haber perdido nunca un móvil, las que no les da apuro cruzarse con alguien al que no sabes si saludar o no, las que se obsesionan cuando no les entra un pantalón, las que no se mueren por el chocolate, las que no lloran leyendo un buen libro, las que van todas las semanas al cine pudiendo bajarselas de internet, las que tienen tuenti y evitan engancharse a él, las que parecen estar de mal humor todo el santo día y las que dicen "estaremos juntos toda la vida"; sobre todo, nunca entenderé a todos aquellos que dicen esto último. Esa es una de las mayores chorradas que el ser humano suelta por la boca y que nunca conseguirá entender.