Cuando una vez me dijeron que estaba loca, acepté el dictamen sin protestar: fue ésa la primera vez en la vida que se hizo justicia conmigo. Que nadie venga ahora a reclamarme cordura; mi cordura es mía y no pienso compartirla con nadie.

lunes, 30 de julio de 2012

Erasmus que van terminando...

Hace tiempo que abandoné esto para darme a una vida de ceguera, juerga y viajes. O eso dicen, que estoy ciega perdía, pero Bélgica me ha conquistado más de lo que debería. No obstante, ¿quién se arrepiente de ser feliz? El hecho de ver cómo todo lo que gira a tu alrededor empieza a ser más sólido, de que se afianzan algunas cosas, de pensar en la suerte que tienes no puede ser malo. Aún no me creo muchas de las cosas que han tenido lugar en mi vida en estos últimos 10 meses. La mitad de las cosas que dije en septiembre que no pasarían han pasado, las que dije que sí se han quedado en sólo un decir.
Quien me iba a decir a mí hace 10 meses que acabaría trabajando en un idioma del que nunca había pensado, que iba a tener la oportunidad de hacerlo y la capacidad de entender algo. A pesar de cosas que han ocurrido no voy a arrepentirme de nada, porque yo siempre he sabido que todo ocurre por algún motivo, y si ocurre, y sigues siendo feliz, no hay por qué preocuparse, al fin y al cabo, las personas siempre lucharemos por nuestra propia felicidad, y es lo que se debe hacer.
Un Erasmus no es solo lo que he escrito al principio. Es una experiencia que te hace abrir los ojos, que te hace madurar, que te abre a un mundo de viajes, fiestas, idiomas y locuras que no podrías tener en tu propia casa. Es un mundo de independencia, de cosas nuevas que aprendes a amar y que aprendes a usar sin caer en todo eso que llaman "la mala vida". Porque yo como Erasmus la he liado parda, sí, pero no me había sentido nunca tan responsable como hasta ahora. Extraño, diréis, pero es verdad.
Y quién me va a quitar a mí ahora los viajes, la gente, esos amigos que he hecho que seguramente un día desaparezcan, pero que me han proporcionado el mejor año de mi vida.
Pero no se puede ser Erasmus toda la vida (el cuerpo no lo aguanta!!), y llegas a asumirlo. Aunque con tristeza, siempre sabré que esto es una de las cosas que más me ha ayudado en todos los sentidos.
Aún sigo aquí, en mi querida Bélgica, y aún me queda un mes para disfrutarla. Casi no hay sol, ahora estoy trabajando, y me falta mucha gente que antes tenía prácticamente todas las semanas a mi lado. Pero estoy bien, con el cuerpo como nuevo, la mente en su sitio, ganas de volver a España también, ganas de cambiar el mundo, orgullosa de decir que todos estos meses he sido feliz y recomendándoselo a todo el mundo.