Desterrados, inútiles, inteligentes y malvados. Estereotipos de algo y verdaderos humanos. Soñadores, egocéntricos, ambiciosos y enamorados. Allí donde todos comparten la misma tierra y el mismo cielo; donde el recuerdo se va enterrando cada vez más a medida que pasa el tiempo y donde las voces solo se escuchan de día cuando alguien no se ha olvidado de otro alguien. Allí donde todos son iguales, humanos que perdieron lo que tenían por quién sabe qué, y donde el amor no vuela y las palabras no tienen sentido; ni siquiera las oraciones, aunque la gente lo crea. Allí por donde nunca pasa la alegría para quedarse un rato, donde las flores son las únicas que protegen el frío mármol. Los gusanos son los dueños del terreno y los llantos los reyes de las visitas.

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Allí permanecen los desterrados, inútiles, inteligentes y malvados, estereotipos de algo, verdaderos humanos, soñadores, egocéntricos, ambiciosos y enamorados encerrados entre lápidas que serán destruidas con el paso del tiempo; donde cualquiera es igual que el otro, donde el otro es igual que cualquiera. Exactamente allí donde se hacen realidad las eternas vacaciones que todos han esperado durante toda su vida, se las hayan merecido o no. Allí donde todos olvidamos lo que somos y donde todo el mundo nos olvida.