Cuando una vez me dijeron que estaba loca, acepté el dictamen sin protestar: fue ésa la primera vez en la vida que se hizo justicia conmigo. Que nadie venga ahora a reclamarme cordura; mi cordura es mía y no pienso compartirla con nadie.

viernes, 4 de febrero de 2011

La lucha de unos periodistas


Entre disputa y disputa de Egipto yo me centro en la situación de los periodistas, que es la parte que me toca. Pasó en Túnez y sigue pasando ahora, cuando Mubarak ha mandado perseguir a los periodistas occidentales por hacer su trabajo, aunque él alegará que también está haciendo el suyo: amarrar de pies y manos la realidad, continuar con una dictadura sin valores ni derechos humanos y pasearse de balneario en balneario por las bonitas ciudades turísticas.

Varios periodistas catalanes fueron secuestrados ayer, y yo, como futura que soy (espero serlo), me imagino en su situación. Agarrada a un micrófono, ayudando no solo a que mi país conozca lo que pasa fuera de sus fronteras, sino también ayudando a los que están dentro de Egipto; y de repente, mientras transmito lo que veo y lo que oigo, alguien se avalancha sobre mí, me cubre los ojos y me lleva en un camión junto a otras cuantas personas, como un delincuente, como si yo fuera la mala y estuviera cometiendo un delito, o matando a gente, que es lo que está permitiendo el "señorito Hosni", por cobarde e ignorante.

Está claro que hay que seguir cuidando al periodismo. La gente, acostumbrada a la TV, a tener los periódicos donde les da la gana, a escuchar la radio a modo Radio Ambiente, o Radio que se oye sin atención, no se da cuenta de que sin cada una de esas voces que está escuchando y cada una de esas caras que ve, sería un individuo sin pensamiento que no haría otra cosa que caminar, que es lo único que la naturaleza le ha enseñado. Que esos comunicadores nos están enseñando cómo funciona nuestro país, a sentirnos orgullos por cómo vivimos mientras otros se están muriendo de hambre, a comprobar que no todo es alegría, que hay gente a la que ayudar. Cómo hubiéramos ayudado a Haití si nadie nos hubiera comunicado lo que había pasado, cómo nos enteraríamos de algo tan simple como quién ha ganado la lotería de Navidad, quién nos mostraría qué podemos comprar, quién nos entretendría a la hora de comer y de cenar, y quién nos mostraría a personas increíbles que recorren el mundo y nos enseñan el resto de las culturas. ¡Por tanto, basta ya de infravalorar esta profesión, por favor!

Un periodista no es el que se sienta a contar cómo Belén Esteban sale de una clínica de desintoxicación (me-la-suda si-es-mentira, pero-yo-con-estas-gilipolleces-no-me-molesto-ni-en-ser-veraz,-ni-en-contrastar-fuentes) sino como leí ayer "un periodista es alguien que cree en algo que otros están deseando olvidar". Y esto es exactamente lo que está ocurriendo en Egipto, por eso, hay que dar las gracias a esos periodistas que fueron secuestrados, por que consiguen que el mundo sea más humano y menos ignorante. Gracias porque los que estamos estudiando vemos en ellos algo que nos permite seguir adelante.

A pesar de todo, a pesar del peligro, a mí me gustaría también estar allí, sabiendo que mis palabras pueden ayudar a alguien, que pueden destapar corrupción, explotación, miseria y la repugnancia de dictadores. Porque el periodismo es nuestra moderna cartografía, que traza mapas para que los ciudadanos puedan navegar a través de una sociedad libre.

No hay comentarios: