Cuando una vez me dijeron que estaba loca, acepté el dictamen sin protestar: fue ésa la primera vez en la vida que se hizo justicia conmigo. Que nadie venga ahora a reclamarme cordura; mi cordura es mía y no pienso compartirla con nadie.

martes, 15 de marzo de 2011

Rarezas

He llegado a la conclusión de que soy más rara que un perro verde. Me rayo la cabeza menos que un hombre por cualquier tema, pero me puedo pasar horas intentando decidir por qué color cambiar mi blog. Además, me gusta muchísimo más hacer una práctica de clase complicadísima a ordenador que escribir 10 míseras líneas a mano. No me estreso jamás con los exámenes, pero ahora tengo un ataque de nervios sin ni siquiera hacer nada de nada, porque voy a la facultad a pasearme, a las clases a sentarme, y a la escuela de idiomas a ausentarme. Hay algo en mi vida que no está cuadrando, y no encuentro el trozo de cuerda que hay que agarrar para salir de esta especie de agujero que me tiene entre ahogada y cabreada. Y me aburro a todas horas, aquí, allí o en Honolulu. Creo que debería irme ya para Bélgica y dejar todo lo que tengo, pero como eso todavía no es posible, me conformaré con que llegue el viernes y consiga la energía necesaria como para quitarme un poco de nervio de encima.
Y me voy ya de aquí, que me aburro y me estreso, no sin antes dejaros una rayada más interesante que la que acabo de escribir, la cual leí esta mañana (lo que para vosotros ya sería el momento que empieza el 2º sueño de vuestra siesta) mientras esperaba que llegara la hora de coger mi "queridísimo" autobús:

"La telefonía inalámbrica nos va a entorpecer las historias que contemos de ahora en adelante. Las hará más tristes, menos sosegadas, mucho más predecibles.
¿no está acaso ocurriendo esto de verdad?, ¿no estamos privándonos de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente? ¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado al aeropuerto para decirle a la mujer que ama que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora? No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso, un mensaje breve desde el sofá. Cuatro líneas con mayúsculas. Quizá le haremos una llamada perdida, y cruzaremos los dedos para que ella, la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador. ¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura, si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre? Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.
Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos: cuidado que el duque está yendo allí para matarte, ojo que la manzana está enveneada, no vuelvo esta a noche a casa porque he bebido, si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama. Nuestras tramas están perdiendo el brillo porque nos hemos convertido en héroes perezosos."



1 comentario:

sriesco dijo...

Mira, tienes razón en eso de que te rayas muy poco. Me fijé hace mucho y desde entonces te envidio!

Por cierto, si la historia empalagosa del hombre con el ramo de flores en el aeropuerto tiene que suceder, sucederá. La telefonía acorta caminos, pero hay algunos que es neecsario hacerlos al completo...

Por ejemplo, el año que viene, desde Chile, te puedo enviar un sms a Bélgica. Será genial, porque desde un lado al otro del mundo puedo tener noticias tuyas, y tú mías. Pero un abrazo es un abrazo, y siempre será mejor que 140 malditos caracteres...

Y quién sabe, yo hasta creo que la telefonía móvil puede hacer que apreciemos más la presencia humana...